Mi misión en la vida es resquebrajar tus creencias obsoletas. Quiero que me odies por restregarte en la cara a lo que le huyes. Quiero que tu pulso se acelere al escuchar mi voz. Quiero que sepas que te irás inquieto a la cama al leer esto.
Mi intención no es cambiarte, es sólo hacer eco a la culpa que sientes, es acompañar a la tu voz interna que intenta despertarte de tu letargo.
Soy esa voz que ha dejado los susurros y ha recurrido a los gritos:
Tú sabes que puedes dar más
Sabes que tus talentos se desperdician, y lo peor de todo, la sensación más infernal que te trae esta consciencia prodigiosa que tienes:
Sabes que Sabes
No esperes los diez pasos, el ejercicio, el ejemplo, la historia inspiradora, la palmadita en la espalda, la solución pseudo-espiritual. Este no es un mensaje de auto-ayuda, es una bofetada a tu insensatez.
Sólo vengo a decirte cosas que no quieres aceptar. Las razones por las que tu inmenso potencial de crear impacto se ven mermadas:
Tu vida es muy cómoda: Mentes prodigiosas como la tuya pueden vivir bien al mínimo esfuerzo. Ordeñar los placeres de la vida moderna haciéndose pasar por ovejas con pelaje brillante. No tienes razón real para salir de tu corral de confort.
No tienes competencia: Ya eres alabado por tus talentos medio-explotados en tu clan de ovejas mediocres. Migrar a otras tribus de mayores exigencias amenaza tu engreído ego.
No encuentras motivación: ¿Dinero? Eso es de mentes superficiales ¿Fama? Para exhibicionistas sin auto-estima. Ni siquiera el deseo benemérito de ayudar a las masas es suficiente para que muevas tu trasero. Simplemente estás dejando que tus ambiciones mueran, sólo porque «ser ambicioso» es de simplones.
Tu inteligencia se volvió en tu contra: Nunca verás argumentos más brillantes que los que tu intelecto elucubra para evadir su responsabilidad de expandir su impacto. Tu mejor arma se ha convertido en cloroformo para tu capacidad.
Hay muchas ovejas que no saben el talento que tienen, y por eso se conforman a una vida robótica sin riesgos, sin precipicios, sin chispa. El rumbo de ellas ya está trazado.
Pero tú caso es diferente. Un águila disfrazada de oveja que sabe que es águila y sabe que ser oveja ya dejó de ser divertido.
Cientos de decenas de águilas en todo el mundo deambulan por las calles, se reconocen entre sí tras sus pieles trasquiladas por la moda. Protegemos nuestra identidad en esta telaraña de complicidades y nos agrupamos en pequeños comités a quejarnos de este mundo ovejezco.
Patético.
Hoy no te exijo mucho. No te pido que te quites tu disfraz. Simplemente sal a volar un rato. Sé águila por un pequeño momento. Nunca nada será igual.
Ok…y entonces?
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