Tú eres más consciente, tu inteligencia psicológica está desarrollada por encima del promedio. Eso te permite entender que hay algo corrupto en el concepto colectivo de felicidad. Sabes que la interpretación popular de «Ser feliz» está corrompida por la pereza cultural…
Existe una confusión básica entre felicidad y confort. Tú y yo no compramos esa confusión. Hay algo de fantasioso, ilusorio e infantil en lo que la gente piensa de tener una vida feliz.
Pero tú y yo sabemos con certeza que la felicidad real es una solemne aceptación de la mezcla maquiavélica entre tensión y confort, entre construcción y destrucción, caos y orden, entre el equilibrio y el desbalance de este inexplicable universo. Hay algo en la tristeza que nos hace felices…
Los que viven en su infancia mental no alcanzan a interiorizar la naturaleza incontrolable de esta dimensión. Su vida gravita alrededor de la creencia que esa felicidad idealizada se puede alcanzar, y así se condenan a una vida de decepción tras decepción. Pensar que el caos y el desbalance son controlables es firmar la sentencia de desilusión perpetua.
Sin embargo, si estás rompiendo el cascarón de una nueva consciencia rebelde, empiezas a identificarte con una felicidad más consonante con la realidad y que a su vez es desconcertante:
La felicidad real consiste en entender que los pasajes amargos de la vida , en realidad son un camino a paisajes más evolucionados de gozo.
Acepta entonces que Tú no quieres ser «feliz.»
Las definiciones tradicionales de felicidad descansan en confort, en lo predecible, en lo seguro, en lo estable. Todos estas variables contradicen la naturaleza misma del universo y por eso fracasan rotundamente en crear un marco sostenible de felicidad.
Es tiempo de usar la presunta estabilidad y seguridad del confort que te rodea como una tienda de campaña para prepararte para la felicidad real. La que está allá afuera, en la salvaje selva de lo impredecible.