Cuando sabes lo que tienes que hacer pero no lo haces

Muchas de las desfortunas del mundo suceden por tres razones:

  1. Porque personas en el poder ponen su inteligencia al servicio de valores megalomaniacos.
  2. Porque manadas de personas con consciencia de oveja toman sus decisiones a partir de la ignorancia y el miedo.
  3. Porque ejércitos de personas inteligentes, conscientes y entendedoras, saben lo que tienen que hacer, pero no hacen ni mierda.

Tú y yo pertenecemos al tercer grupo. Personas perspicaces que sabemos lo que tenemos que hacer para que nuestro impacto en este mundo florezca. Sabemos las decisiones que tenemos que tomar. Pretendemos haberlas tomado, pero todo sigue igual.

Una persona audaz hace lo que cree que tiene que hacer aunque tenga miedo. La línea limítrofe entre la inteligencia y la audacia se llama atrevimiento sensato, acción espontánea, riesgo calculado…

Es una gran diferencia esta entre ser audaz y ser inteligente. Y aunque creas que en tramos de tu vida has tomado decisiones audaces y has cometido actos de valentía, hoy, con todo tu nivel de consciencia y educación, aquellas audacias parecen más fotografías en blanco y negro pertenecientes a un pasado lejano.

Tu intelecto ha crecido, pero no tus acciones. No eres más que una lumbrera marchitada en un pantano de excusas intelectuales.

Jesús dijo una vez: «Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. »

Tomando prestada la metáfora del nazareno: Tú y yo hemos sido llamados a estremecer la cultura, a ser sacerdotes de un nuevo estilo de vida, a esculpir el modelo del próximo ser humano. Pero hemos sucumbido ante el encandilante destello del llamado.

Has sido llamado porque eres inteligente, pero sólo serás escogido si eres audaz.

¿Escogido por quién?

No seas necio. Es sólo una analogía.

¿Llamado para qué?

Para participar de una forma más activa y consciente en la evolución de este cuento de hadas llamado existencia.

¿Cuáles son las señales de que has sido llamado pero no «escogido»?

  1. Sientes un vacío. Intentas llenarlo con placeres ostentosos, éxitos convencionales atragantamiento intelectual y artístico. Nunca logras llenarlo…
  2. Te sientes fuera de lugar pero no puedes dejar el lugar donde estás.
  3. Sabes con una certeza ensordecedora que puedes dar más de lo que le estás dando a la vida. Te afanas en silenciar esa certeza con magistrales estrategias para encubrir tu frustración.
  4. Tienes planes ambiciosos para explotar tu talento, pero estos planes nunca se concretan.
  5. Sientes envidia por otros que logran lo que tú sabes que también podrías lograr si tuvieras pelotas.
  6. Dejas pasar por alto oportunidades para virar de rumbo en tu vida.
  7. Criticas el sistema, pero estás tan enredado en él como las ovejas que reprochas.

La arrogancia y el cinismo es el escondite preferido de los llamados pero no escogidos. Desde una presunta superioridad, nos apostamos en este limbo de la evolución; ese lugar donde hemos forjado la cárcel de nuestro verdadero potencial.

Yo quiero ser escogido. Quiero ser recordado como audaz, no como inteligente. Como moldeador de paradigmas, no como «exitoso». Quiero llevar al siguiente nivel mi  compulsión por  contagiar a otros con la energía de explorar las sombras de nuestra psique y mirar con picardía los dilemas de la existencia.  Por eso me escribo, por eso te escribo…

¿Te sientes llamado pero no escogido?

Te informo que el que escoge eres tú (y probablemente el que llama también). Es una elección que pocos hacen. Si todos la hicieran, el andamiaje de la cultura se vendría abajo. Tal vez con unos pocos elegidos sea suficiente, o tal vez no. Eso no me importa. Lo que sí me importa es que es una elección que conviene hacer ya, de lo contrario tu talento  y el mío se pudrirán en el limbo de nuestra cobarde e inservible «inteligencia».

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